La mayor parte de la gente que tiene la enfermedad por coronavirus 2019 se recupera por completo en unas semanas. Pero algunos, aún aquellos que han tenido versiones leves de la enfermedad, siguen presentando síntomas después de su recuperación inicial. Algunas veces, éstas se describen así mismas como personas con COVID-19 persistente, y las afecciones se denominan síndrome pos-COVID-19 o "COVID-19 prolongado". Los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) y expertos de todo el mundo están trabajando para obtener más información acerca de los efectos de salud a corto y largo plazo asociados a la enfermedad, quiénes los padecen y por qué. Los adultos mayores y las personas con muchas afecciones médicas graves son los que más probablemente presenten síntomas persistentes de la COVID-19, pero incluso los jóvenes o las personas sanas pueden sentirse mal durante varias semanas o meses luego de la infección.
Signos y síntomas comunes que persisten con el tiempo
1. Secuelas musculares. Entre las secuelas más importantes de esta enfermedad, está la afección muscular, como el cansancio, la debilidad y la dificultad para moverse; igualmente, dificultad para respirar, la sensación de falta de aire prolongada aún con actividad física mínima que en muchos casos se debe al déficit en la fuerza muscular.
2. La secuela más característica de la COVID-19 es, probablemente, la fibrosis pulmonar que dependerá del grado de afectación; si éste ha sido extenso, se hará acompañar de disnea, es decir, falta de aire a largo plazo, sobre todo si no se tuvo una rehabilitación en los pulmones. "La inflamación que se produce en el pulmón deja una especie de cicatriz que produce unas consecuencias de modo permanente o semipermanente durante un largo periodo de tiempo. En casos complejos les hace dependientes del oxígeno una gran parte de su vida", resume el portavoz de la SEMG (Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia). "Hay algunos casos descritos en los que a los pacientes se les ha realizado un trasplante de pulmón ante el deterioro tan importante de la función pulmonar", agrega el doctor Herreros. 3. Consecuencias neurológicas
Ahora bien, desde el punto de vista neurológico, pueden darse otro tipo de secuelas como la anosmia, esto es, la pérdida del olfato por una molestia directa del virus a nivel del sistema nervioso central; una parte de este se inflama y ocasiona una disminución o pérdida del olfato. Esta secuela puede durar de dos a cuatro semanas y en ocasiones, permanece durante meses. Otra consecuencia que puede dejar la COVID-19 es la cefalea, un dolor de cabeza que puede presentarse entre un 40 y un 60% de los pacientes. Del 2 al 5% puede padecer cefalea crónica después de haber padecido coronavirus, llegando a ser, incluso, incapacitante. Lo anterior, se debe a la liberación de unas proteínas denominadas citocinas, producto de la inflamación posterior a la infección viral. Igualmente, otra de las afectaciones neurológicas es el Síndrome de Guillain-Barré, enfermedad del sistema nervioso poco común en el cual el propio sistema inmunitario de una persona daña las neuronas y causa debilidad muscular y en ocasiones, parálisis. En este caso, Sergio Mendoza declara que puede existir dificultad para caminar, moverse y también problemas de sensibilidad, de los cuales, los pacientes pueden tardar meses y en ocasiones años para recuperarse. "Hemos observado en algunos pacientes que la inflamación a nivel de los vasos sanguíneos del sistema nervioso ha sido tanta, que llegan a obstruir las arterias del cerebro ocasionando un infarto o en algunos casos, derrame cerebral", cuyas secuelas podrían ser permanentes si no se tiene una rehabilitación temprana. 4 Afecciones en la piel
El haber padecido coronavirus también puede dejar secuelas cutáneas. En este contexto, los pacientes han llegado a referir una urticaria, es decir, una erupción que consiste en lesiones básicas que aparecen en la piel. Existen de diferentes tipos, dependiendo del color y de la textura que presenten. Aún después de haber sido dados de alta, subraya el especialista, pueden presentarse este tipo de manifestaciones en la piel. Una de las más severas es la necrosis, es decir, los vasos sanguíneos se obstruyen por una inflamación importante, ocasionando la muerte de una parte del tejido corporal. En este contexto, una de las secuelas cutáneas más frecuentes, es el efluvio telógeno. Se refiere a la caída de cabello o alopecia, sobre todo en pacientes mujeres después de haber presentado un cuadro severo de COVID-19. La recuperación puede tardar semanas e incluso meses. 5. El corazón y el coronavirus
Igualmente, están las secuelas de tipo cardiológico, una de ellas puede ser disfunción del nodo sinusal, esto significa que el corazón comienza a latir más lento; puede suceder en las fases agudas o incluso, en las fases finales de la infección. De estas secuelas, es frecuente que los pacientes tarden un tiempo considerable en recuperarse, pues la frecuencia cardiaca puede estar entre 30 ó 40 latidos por minuto, y si se llegara a sentir mareo o desmayo, podría requerirse un marcapasos. Esta situación no es tan frecuente, pero puede llegar a presentarse. La miocarditis, por su parte, es una complicación que puede darse entre los pacientes contagiados de coronavirus. Se trata de una inflamación severa en el corazón que a veces podría derivar en un infarto o en insuficiencia cardiaca. Para tales casos, se sugiere atención oportuna y rehabilitación adecuada para una pronta y mejor recuperación. 6. Estrés y miedo post-recuperación
Sobre las secuelas psicológicas, menciona Sergio Mendoza Álvarez, es común que los pacientes presenten episodios de estrés y mucho miedo, sobre todo si estuvo hospitalizado por varios días o perdió uno o varios familiares a causa del coronavirus. "Cuando han pasado eventos agudos del padecimiento también se presenta ansiedad o depresión por el impacto psicológico de haber estado aislado y hospitalizado por un tiempo prolongado", indica Mendoza. 7. Una secuela más es la osteocondritis
Una inflamación en los músculos y nervios intercostales en el pecho y dolor de espalda; ello es muy frecuente aún cuando ya no haya malestar pulmonar. 8. Se ha hablado además de que podría existir perforación intestinal debido a la inflamación excesiva de los divertículos del intestino. Cuando sucede esto, es posible que la hospitalización del paciente se prolongue, pues podrían presentarse otro tipo de complicaciones por infecciones agregadas. Aquí, la secuela podría ser que el paciente termine con un intestino corto, pues requerirá de una resección intestinal. 9. Hígado. Daño hepático (Color amarillo en ojos-piel, náuseas, orina oscura, heces pálidas, hinchazón, fatiga, moretones, pérdida de apetito, comezón en la piel). 10. Otros. Perdida del gusto, sudoración nocturna y tinnitus (ruido en los oídos). Cabe señalar que estas afectaciones prolongadas, en su mayoría, no son para siempre; algunas de ellas tienen una duración de dos a tres meses, otras, de dos a tres semanas. Es importante que se sepa, para que, quienes padezcan este tipo de secuelas, no tengan una preocupación excesiva o ansiedad.
Prevención
La mejor opción para prevenir las afecciones posteriores al COVID-19 es vacunarse, se recomienda a todas las personas de 12 años de edad o más, incluso si tuvieron COVID-19 o una afección posterior al virus. Fuentes: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Universidad Nacional Autónoma de México.
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