Cuántas veces nos encontramos pérdidos, sin saber identificar las cosas que nos alejan de nuestras metas; tratando de hacer todo y aferrándonos a muchas opciones. Nos esforzamos al máximo pero en lugar de sentirnos satisfechos es lo contrario, la frustración nos invade. El equilibrio del ser humano contempla la existencia de objetivos en su vida, pero según esta forma de actuar, habrá ocasiones en las que tendrás que dejar ir situaciones, cosas e incluso personas para alcanzarlos. Un estudio de la Universidad Northwestern mostró que en la medida que nos alejamos de metas pocos realistas, y las cambiamos por objetivos alternos; más saludables fisicamente, felices y menos estresados nos sentiremos. La clave está pues en la renuncia, pero aquella bien pensada, analizada, necesaria; hablamos de una "renuncia estratégica" que se distingue por ser oportuna, hecha a propósito.
El problema es que muchos vemos a la renuncia como un fracaso pero cuando se hace visualizando el panorama que tenemos enfrente y lo que queremos lograr, tiene un efecto opuesto, es decir nos motiva y eleva nuestra autoestima. Se trata de un enfoque aparentemente ilógico que te ayudará a dejar más tiempo libre, energía y dinero para las cosas que realmente importan (otra manera de ver esto es aprender el poder del "No"). El autor Seth Godin, en su libro The Dip: A Little Book That Teaches You When To Quit (and When to Stick), establece que los triunfadores son derrotistas inteligentes que renuncian con frecuencia, cuando se dan cuenta de que su camino y decisiones actuales no los acercarán más hacia su objetivo principal. Ellos asumen sus pérdidas lo que les permite redistribuir su tiempo y energía para las cosas que sí los llevan hacia delante, dijo. "Es mejor solo comenzar las cosas que sabes que puedes terminar. No querrás que los momentos difíciles te tomen por sorpresa, es mejor estar preparado para ellos", expresó. "El reto que tenemos es cómo vamos a encontrar la fuerza y las herramientas para superarlos".
Desde luego habrá casos en los que hacer una renuncia será más difícil que otros, el peor momento de hecho es cuando más te duele; seguramente llegarán las dudas. Puede ser que deseas enfocarte en tu formación profesional o conseguir un ascenso en el trabajo renunciando a una relación formal, matrimonio, formar una familia; o por el contrario, quieres centrarte en estos aspectos y postergar tu desarrollo profesional. O bien tendrás que dejar ir aquel puesto de trabajo donde te pagan bien y requiere gran parte de tu tiempo con el objetivo de desarrollar un proyecto personal. En fin, a lo largo de nuestra vida habrá que dejar ir, asumir la pérdida y en lugar de lamentaciones se trata de visualizar y seguir avanzando en los propósitos establecidos. Por su parte, Kristin Neff, profesora adjunta de la Universidad de Texas especializada en psicología educativa, opina que la solución está en sacar a tu ego de la ecuación. Cuando te enfocas en protegerlo, pones tu atención en las preguntas incorrectas, como: "¿Soy un fracaso?" o "¿Tengo lo que se requiere?". En lugar de eso, pregúntate: "¿Qué necesito para ser feliz?" o "¿Qué es lo mejor para mí?" Fuentes:
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